Entrevistamos a Alicia Pérez Gil con motivo de la lectura conjunta que realizaremos junto con La Nave Invisible durante el mes de junio. Para más información, seguid este enlace y buscadnos en las redes sociales con #LCInquilinos.

Hola, Alicia. Muchísimas gracias por dejar que te entrevistemos. Dinos, ¿cómo, cuándo y por qué empezaste a escribir?
¡Hola!
Llevo contestando esta pregunta dentro de mi cabeza desde que tuve la osadía de imaginar, por primera vez, que quizá en algún momento publicaría un libro. Empecé a escribir a los doce años. Fue una entrada de diario en una agenda que regalaba la SuperPop (sólo entes antediluvianos sabrán de lo que hablo). La noche anterior había tenido mi primer sueño erótico y el cuerpo me pedía, extrañamente, dejar constancia. Desde entonces he escrito páginas y páginas de diario.
Durante la adolescencia necesitaba escribir dos tipos de textos: los que modificaran mi vida (que era una vida de adolescente y por tanto no me gustaba) y los que me permitían seguir fabulando acerca de los libros que me gustaban y que, los muy incalificables, se me terminaban.
Al llegar a la universidad encontré un taller literario y la cosa eclosionó como un nido de arañas. Más tarde, circunstancias personales me alejaron de la escritura durante unos veinte años, con intermitencias. Y a partir de 2010 me reencontré con los cuadernos y los bolígrafos. Y aquí estamos.
¿Por qué elegiste la autopublicación?
En primer lugar por pereza. Me encantaría decir que nací con una ideología literaria clara, pero no. Cuando en 2012 me decidí a publicar Inquilinos necesitaba hacerlo de manera fácil y rápida. Porque soy una persona impaciente y porque no me apetecía –ni creo que me pudiera permitir en aquel entonces- un rechazo editorial.
Tras esos veinte años de inactividad con intermitencias que mencionaba antes, me encontré con un puñado de relatos que me gustaban, que tenían cierta coherencia interna como conjunto y que definían unos mimbres de autora, los míos. Necesitaba poner a prueba eso en lo que empezaba a creer: que podía contar historias. La manera más fácil de hacerlo y la más inmediata era subirlos a Amazon. Así que eso hice.
El resultado fue mejor del que esperaba. No me he hecho famosa ni he tenido toneladas de descargas, pero sin promoción ni grandes cantidades de contactos en redes sociales ni en ningún otro sitio, el libro se movió. Y, siento repetirme, aquí estamos. 🙂
¿Qué nos puedes contar de Inquilinos? ¿Qué supuso para tu carrera?
Inquilinos es una colección de relatos en la que exploro, en el sentido más literal del término, diferentes figuras del terror. Cuando digo que exploro me refiero exactamente a eso, a que investigo. Investigo acerca de las consecuencias del amor mal entendido, acerca de los miedos infantiles o de la falta de honestidad. Casi todas las características humanas se pueden convertir en catalizadores de desgracias; es decir, en monstruos. Inquilinos es un compendio de monstruos comunes que solo se descubren dentro de cada uno si se mira con cuidado en el espejo. De hecho el título inicial de la colección era Inquilinos del espejo. Aquella primera edición no se parece mucho a lo que vais a leer ahora. Tras un par de críticas negativas y acertadas hice una revisión de los relatos y además incorporé a un gran colaborador, el ilustrador Jesús Guzmán.
Me hace gracia que me preguntes por «mi carrera». Gracia de la graciosa; vamos, que sonrío. No sé si tengo una carrera literaria. Yo percibo mi relación con la literatura precisamente como eso: una relación, una experiencia. Inquilinos fue una prueba de fuego, un salir al mundo, un decir, en voz bajita y como de tapadillo «aquí estoy yo». Alguien debió de oírlo y, adivina qué: aquí estamos.
¿Cómo es la experiencia de publicar en una editorial como Cerbero?
No creo que haya una editorial como Cerbero, la verdad. De hecho no existen muchas editoriales con las que yo quiera publicar. Sé lo mal que suena esto, lo prepotente y falto de humildad. No se trata de que yo me crea nada. Es que he leído a compañeros y hablado con compañeros que han tenido todo tipo de experiencias de auténtico terror con editoriales de todos los colores, sabores y tamaños. Editoriales que hacen que buenas obras se pierdan en sus catálogos, editoriales que pagan poco, mal y nunca… La industria en este país parece que rueda no gracias a los escritores, que son los productores (lo que viene a ser el agricultor a la patata), sino sobre ellos. No hay un sistema que garantice que las liquidaciones que las editoriales presentan sean ciertas; es decir, que una editorial puede pagarte la liquidación de cinco ventas cuando se han vendido cien ejemplares de tu libro. Cerbero es una empresa honesta con un tío detrás, Israel Alonso, que quiere hacer las cosas bien. Y así sí.
Lo que supone publicar en Cerbero, además de un resurgimiento de mi fe en que la industria se puede cambiar, es mucha más difusión que nadando sola y con la boca cerrada y, por supuesto, una inyección de seguridad. Al fin y al cabo cuando una editorial te publica quiere decir que confía en lo que has hecho; que confía en que lo que has hecho merece ser mostrado al público y que confía en que eso tuyo puede dar algún beneficio económico. Trío de reinas.
Las lectoras y los lectores siempre nos preguntan por autoras de terror, pues parece que son las más escondidas de los tres géneros fantásticos. ¿Qué autoras de terror nos recomendarías?
¡Ay, el género! Echad un vistazo a Conchi Regueiro, buscadla hasta debajo de las piedras. Pilar Pedraza, por supuesto. Nieves Delgado es más CiFi, pero yo le he leído relatos de terror muy inquietantes (y además es mi madre adoptiva). Laura López Alfranca acaba de ganar un premio de romántica, pero yo la conozco como autora de terror. Rain Cross es otro buen ejemplo. Karol Scandiu escribe erótica y acaba de sacar en papel, en Argentina, una distopía postapocalíptica, pero ha participado en más de media docena de antologías de terror. Marta Junquera con Vienen a por ti, de Cazador de ratas, es otro imprescindible. Lola Robles, que ha publicado CiFi con Cerbero (además de otras mil cosas porque es prolífica y muy buena) también tiene cosas de terror. Ahora que nadie me oye, yo animaría a todas las escritoras del mundo a escribir al menos una historia de terror. El género solo es una excusa y el terror una excusa muy divertida, además. Incluso Ana María Matute tiene un buen puñado de cuentos de atmósfera asfixiante con finales atroces. Cuando los cuatro amigos aquellos, ya sabes, Polidori, Shelley, Byron y Shelley consorte se retaron a escribir terror ganó ella. Por algo será.
Puedes adquirir Inquilinos de Alicia Pérez Gil en lektu.
Empezamos la lectura conjunta en junio, ¡te esperamos en #LCInquilinos!
Reblogueó esto en y comentado:
Esta es la entrevista que he contestado para la iniciativa «Adopta una Autora».
No podría ser, en este momento, más feliz. Mañana si eso igual sí, pero en este momento no 🙂
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