Entrada escrita por Ana Martín
y corregida por Lidia Pelayo (@Lidia_Pelayo)
Mi hermana muere una y otra vez, cada día.
Jandy Nelson nos presenta en su primera novela juvenil, El cielo está en cualquier lugar (Everest, traducción de Liwayway Alonso), a Lennie Walker, una chica de 17 años que acaba de perder a su hermana, Bailey, de 19 años, debido a una arritmia mortal. Lennie se presenta a sí misma como «una chica bidimensional en una familia 3D». Su madre les abandonó para irse a vivir aventuras cuando eran unos bebés y de su padre (o padres) nada se sabe, así que vive con su abuela y su tío. Su hermana mayor, a la que describe como extraordinaria, quería ser actriz y pintó el dormitorio de naranja para cambiar sus vidas. Sin embargo, Bailey ya no actuará, ni crecerá, ni estará ahí para escuchar lo que su hermana le tenga que contar. Lennie se considera una simple sombra de ella; no con recelo, sino como si ella se sintiese feliz y cómoda de contemplar la vida tan interesante de alguien que era esencial en su vida.
Me pregunto por qué los parientes de los difuntos se molestan siquiera en ponerse de luto cuando el propio dolor te viste con unas ropas tan inconfundibles.
Cada capítulo de El cielo está en cualquier lugar comienza con un pequeño poema o con un recuerdo de Bailey que nuestra protagonista ha escrito en un envoltorio, una partitura, una pared o incluso un trozo de corteza. La narración es casi poética, con una atmósfera veraniega en la que la música, el amor y el dolor dominan los pensamientos y las acciones de los personajes. Durante casi 300 páginas acompañamos a Lennie en su duelo, tratando de asimilar un mundo en el que su hermana ya no existe; vemos el distanciamiento de su familia y de su amiga Sarah por creer que no pueden comprenderla; asistimos a la creación de un nuevo vínculo con Toby, el novio de su hermana, ya que ambos sienten junto al otro la reconfortante presencia de Bailey; sentimos el amor y las dudas ante la entrada de Joe en su vida; contemplamos el miedo a descubrir los secretos de su familia y los propios, la culpabilidad y la necesidad de aceptar quién realmente quiere ser y luchar por ser la protagonista de una vida que estaba durmiendo.
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