Entrada escrita por Cristian Amargós
y corregida por Gloria Stonem (@ToxicStonem)
Pamela Zoline (Chicago, 20 de junio de 1941) es activista, pintora y escritora ocasional enmarcada dentro de la ciencia ficción. Su poco prolífica obra, debido sobre todo a que solo ha cultivado el relato corto, hacen de ella una autora desconocida. Su efímera obra literaria se reduce a cinco relatos publicados en diversas antologías y revistas especializadas en ciencia ficción, más un cuento de hadas infantil. Esos seis trabajos publicados a lo largo de 21 años, de 1967 a 1988, la convierten en la Terrence Malick de la literatura especulativa. La falta de materia prima de la autora es aun más patente en lo que al castellano se refiere: de sus seis relatos, sólo uno ha sido traducido: «Instrucciones para desalojar este edificio en caso de incendio», en una antología descatalogada hace décadas.
Así pues, ¿por qué he escogido a una autora a priori tan poco apetecible? Hay diversas razones: la primera es reivindicar el relato corto, el género literario que más me gusta y que me sigue pareciendo un tanto ninguneado por lectores y editoriales; lo segundo es dar a conocer la figura de Zoline, una de las primeras mujeres que surgió en la ciencia ficción en los años 60 como un nombre a tener en cuenta, junto con Ursula K. LeGuin, James Tiptree, Jr. o Joanna Russ. Mientras que estas florecieron literariamente y tienen una amplia obra a sus espaldas, la figura de Zoline está muy olvidada, dada su poca actividad literaria.
Pero si me he decidido a escogerla es sobre todo por la calidad de sus relatos. La literatura de Zoline es experimental y se enmarca dentro del movimiento de la Nueva Ola de ciencia ficción que surgió en Gran Bretaña en la década de los 60. Este movimiento intentó cuestionar qué era realmente la ciencia ficción, que entonces estaba basada en el espacio exterior, para centrarse más en el «espacio interior», es decir, en un estudio más antropológico y psicológico de los personajes para elevar el género a «verdadera» literatura. En ese marco, es difícil calificar sus relatos como ciencia ficción al uso; yo más bien los catalogaría como el peculiar modo que tiene Zoline de ver la realidad que nos rodea bajo su propio prisma.
Sus relatos no son platos fáciles de digerir; dada su vertiente pictórica, muchos de ellos son como un collage, pues combinan la narración (que muchas veces es fragmentaria y no sigue un orden lineal) con entradas enciclopédicas sobre temas muy diversos que (parecen) no tener relación con el argumento. Así, en sus textos encontramos amas de casa frustradas, matrimonios que se desintegran, narradoras aquejadas de insomnio, niñas criadas por lobos, secuestros de niños en un mundo postapocalíptico, o un árbol genealógico repleto de muertes bizarras mezclados con explicaciones sobre termodinámica, dadaísmo, guías turísticas sobre Holanda, interpretaciones sobre sueños, recetas, y… ovejas. Todo ello hilado con una prosa excelente, evocadora y singular, y con sutiles pero mordaces toques de humor e ironía.
Escribir una biografía más o menos decente sobre Pamela Zoline ha sido una tarea harto complicada: no hay mucha información. Nacida y criada en Chicago en el seno de una familia acomodada, su padre, Joseph Zoline, hijo de inmigrantes rusos, fue primero abogado corporativo para después pasar a ser director ejecutivo de varias empresas.
En 1963, Pamela Zoline se trasladó a vivir a Londres, donde inició sus estudios universitarios en el University College London (UCL), y se graduó primero en Bellas Artes y después en Filosofía. Durante sus años de estudiante llevó una vida bohemia y trabajó principalmente como ilustradora para libros y revistas de izquierdas y expuso sus pinturas de arte radical. En Londres se juntó con un nutrido grupo de artistas y escritores que después alcanzarían gran renombre en la ciencia ficción y que formaron parte del movimiento de la Nueva Ola de la ciencia ficción británica a la que ella también se adheriría. Entre otros, trabó amistad con John Clute, John Sladek, Michael Moorcock, J. G. Ballard y Thomas M. Disch, con quien tuvo una relación amorosa y llegaron a prometerse en matrimonio, aunque poco después la relación terminó al declararle Disch su homosexualidad.
Animada a escribir por Ballard, con quien tuvo un breve romance, en 1967 publicó su primer relato y el más conocido, The Heat Death of the Universe, una historia de ficción experimental y posmoderna con toques feministas, en donde se introduce el concepto de la entropía universal aplicado a la esfera cerrada de la vida de una ama de casa. El relato fue un éxito de crítica y hoy día es considerado un clásico exponente de la literatura de la Nueva Ola de los años 60, y se reeditó en numerosas antologías de ciencia ficción. En el mismo mes de su publicación, Zoline expuso su obra $100 Painting en la Tate Gallery de Londres. El cuadro consistía en 100 billetes de un dólar pegados sobre un lienzo.
En 1969, con su futuro marido, el artista John Lifton, ayudó a crear el Instituto para la Investigación de las Artes y la Tecnología: un centro de arte que se dedicó a acoger diversas obras tanto literarias, pictóricas, escultóricas o cinematográficas de carácter vanguardista y provocador. Zoline fue su directora durante varios años, y expuso su obra en diversas ocasiones en el centro. Durante esta época escribió parte de una novela inacabada, Dreamwork, que, aunque una porción de ella se vendió a mitad de los 70 para una antología editada por Harlan Ellison, nunca ha llegado a publicarse hasta la fecha.
A principios de los 80 el matrimonio Lifton-Zoline y sus tres hijos se trasladaron a vivir a Telluride, Colorado, donde su padre fundó a finales de los años 60 una próspera estación de esquí y donde hoy día aún residen. En 1984 el matrimonio creó el Telluride Institute, una organización sin ánimo de lucro «que fomenta la transición a un mundo sostenible», con diversos actos de conservación de medio ambiente y de carácter cultural y de las artes, así como eventos para conseguir dinero para diversos asuntos de carácter local. Para estos eventos, Zoline escribe el guión de obras radiofónicas y libretos para dos óperas.
Durante estos años su escritura fue esporádica. Escribió tres relatos más con el mismo estilo experimental que el primero y en 1985 publicó su primer libro, un cuento de hadas para niños ilustrado por ella misma, al estilo de Angela Carter, titulado Annika and the Wolves. En 1988, la editorial feminista británica The Women’s Press editó su única colección de relatos, Busy About the Tree of Life, que recopila prácticamente toda su obra. El relato que da título al libro fue escrito por Zoline expresamente para esta publicación. Ese mismo año el libro sería editado en Estados Unidos con el título The Heat Death of the Universe and Other Stories. Zoline tiene una novela sobre una realidad alternativa en proyecto desde hace años, pero no ha publicado nada más desde 1988.
¿Son sus escritos desvaríos pergeñados en la nebulosa de drogas y cultura hippy de los años 60 o son, como ella aspiraba, su modo de elevar la ciencia ficción a alta literatura? Espero que en las siguientes entradas os animéis a formar una opinión.