El título hace referencia al epígrafe usado en el cuento «Silvia», presente en la antología Sospecha de asesinato.

Entrada escrita por Ana Karina Guzmán Bucio (@Anna_KarinaGB)
y corregida por Sandra Gallart (blog)
Cuando lector y libro se encuentran, no hay nada que pueda separarlos. Muchas veces son extraños los caminos por los cuales se producen esos encuentros. Évora Tamayo (La Habana, 1940) y yo nos encontramos gracias a la tesis. Cuando no sabía qué tema elegir para la tesis, me aventuraba a las librerías de viejo a buscar autores «poco trabajados». En una de esas búsquedas encontré Sospecha de asesinato (1983), una antología de cuentos breves y brevísimos que, en palabras de Kafka, «arañan y muerden». En ellos las palabras se transforman en pequeñas arañas que muerden la mano del lector mientras voltea la página.
Luego de terminar el libro, me sumergí en la red para buscar más información sobre ella. Entonces me enteré de que se desempeñó como periodista, que escribió crónicas y reportajes y que fue una de las colaboradoras más importantes en el semanario humorístico Palante. Una de sus contribuciones en dicho semanario fue una tira cómica en la que parodiaba la figura de Holmes, el famoso detective al que diera vida en sus textos Arthur Conan Doyle.
Su participación en el semanario humorístico fue el inicio de un largo trabajo de investigación sobre el humor en Cuba, el mismo que se vio materializado en libros como Cien años de humor político (1971), Más de cien años de humor político (1984), Una bocanada de humor (1981), Humor de puño y letra (1989) y 25 años de humor en Palante (1986).
Sin embargo, otra parte importante de su producción escrita son las antologías de relatos Cuentos para abuelas enfermas (1964), La vieja y la mar (1965) y Sospecha de asesinato (1983). Pero no podemos separar su labor periodística de su trabajo literario, porque los temas que tanto la obsesionaron en sus viñetas, tiras cómicas, crónicas, reportajes e investigaciones están insertos también en sus relatos. En sus cuentos breves, el humor y el absurdo se conjugan para dar lugar a escenarios, temas y situaciones en las que un hecho o lugar común se tornan interesantes. En muchos casos, el humor descansa en el equívoco, en la ambigüedad y en el engaño. En otros, es un humor negro que detona una carcajada muda, que se extingue en la garganta antes de salir de ella.

También supe, mientras indagaba sobre ella, que el triunfo de la Revolución de 1959 fue un parteaguas que permitió a escritoras como Tamayo, Araceli de Aguililla, Daura Olema y Ana María Simo incursionar en el campo literario. No obstante, ello no les garantizó que la crítica literaria de su época las tuviera en cuenta (Hernández Hormilla, 2008). Actualmente existen numerosos estudios sobre la viñeta y la caricatura humorística en los que se recuperan los textos de Évora Tamayo, otros pocos reflexionan sobre la cuentística de la cubana. A lo largo de estas entradas, intentaré acercarme a sus relatos desde diferentes perspectivas. En la próxima entrega, les hablaré sobre cómo Évora Tamayo retoma algunos tópicos y motivos literarios presentes en la literatura de diversas épocas y les da un giro sorpresivo, ya sea a través del absurdo, del humor, de la ambigüedad o bien, de lo fantástico.
Referencias
Hernández Hormilla, Helen, 2008. «Paradigmas en conflicto. Lo femenino en las narradoras cubanas de los noventa» en Perfiles de la Cultura Cubana, 01, enero-abril. Disponible en: http://www.perfiles.cult.cu/article.php?article_id=206.
no la conocia, espero con ganas el siguiente artículo 🙂
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Estupendo post! gracias por presentarme a esta interesante autora!
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