Cristina Rivera Garza: mirando la literatura con otros anteojos

Entrada escrita por Abi L. Cortés (@lyla_ae)
y corregida por Gloria Stonem (@ToxicStonem)

rivera-garza-adopta-una-autora
Diseño de María Teresa (@MariaT0)

Nació en Matamoros, Tamaulipas, el 1 de octubre de 1964. Narradora y poeta, estudió Sociología en la ENEP-Acatlán de la UNAM, y la maestría y el doctorado en Historia Latinoamericana en la Universidad de Houston. Ha sido profesora en la UNAM, la UAEM, la San Diego State University, la Universidad de Pauw, en Indiana, y el ITESM, campus Toluca, donde también es codirectora de la Cátedra de Humanidades. Colaboradora de El cuento, El sol de Toluca, Excélsior, La guillotina, La palabra y El hombre, Macrópolis, Nacional, Punto de partida, Revista de la UAEM y San Quintín. Becaria del CME en narrativa, 1984; del FONCA en novela, 1994, y en poesía, 1999, y del Centro de Estudios México-Estados Unidos, 1981 [1].

A continuación, presentaré el capítulo «VII. Prácticas de comunalidad contra la violencia» perteneciente a la obra de Rivera Garza titulada Los muertos indóciles: Necroescrituras y desapropiación [2], en el cual se expone a la creación literaria y sus problemáticas.

rivera-garza-adopta-una-autora-muertos-indóciles

Primeramente, ¿cuántas veces pensamos en la creación literaria como un trabajo por el cual recibiremos una remuneración? ¿Es la escritura un empleo?:

Las alusiones a premios o becas o algún trabajo más o menos remunerado obedecen más a ciertas nociones de prestigio que a explicaciones acerca de la manera en que se ganan sus vidas. Al callar, los escritores nos volvemos cómplices de una narrativa que excluye de modo sistemático cualquier rudimento que vincule a la escritura con el trabajo, a la escritura con procesos cotidianos de producción simbólica y material [3].

Con respecto a esto, deberíamos preguntarnos por qué no vemos en la escritura un sustento de vida, una actividad laboral redituable; también, si es posible desarrollar la habilidad de aprender o enseñar a escribir literatura así como cualquier otra disciplina. Rivera Garza nos lo ejemplifica con algunas universidades donde la escritura es una profesión; establece asimismo contrastes entre las didácticas que se aplican en el extranjero con las de México. En el caso de este país, la idea de taller literario «corresponde a modelos de enseñanza que bien podrían definirse como verticales, arbitrarios, patriarcales» [4]. Así es como los talleres de escritura sostienen una organización jerárquica en la cual una figura de autoridad se establece en un trono para deliberar qué es buena literatura y qué no, cual dios de las letras olvidando «que utilizamos en la escritura un lenguaje prestado, es decir, un lenguaje que es de todos y que, luego entonces, reutilizamos» [5].

En los talleres literarios la escritura y la lectura van de la mano. Leer de manera crítica nos permite entender la estructura de una obra y, al mismo tiempo, guía nuestras «decisiones en el proceso de escritura» [6]. No obstante, a veces confundimos la crítica con los terribles y recurrentes juicios de lo que nos gusta y lo que no nos gusta. Por ello es importante no olvidar que «antes de utilizar cualquier juicio de valor (esto es magnífico o débil o espantoso), siempre es necesario aclarar que en el lenguaje produce ese efecto en el lector» [7].

La autora nos propone una nueva forma de pensar la literatura mediante las redes sociales, pues gracias a estas nos hemos percatado de que es posible llevar a cabo una escritura colectiva, abierta, llena de alter ego, juegos narrativos y, sobre todo, calidad.

La presencia de Cristina Rivera Garza en el proyecto Adopta una autora es crucial, puesto que sus obras nos invitan a una reflexión constante sobre la literatura, sus prácticas, sus estancias de reconocimiento y su vinculación con el mundo que vivimos todos los días.

No hay duda de que esta autora es una de las mejores plumas de las letras mexicanas, y posiblemente al leerla encontremos la clave que nos permita ser escritores también, como la misma Rivera Garza dice: «es posible o deseable construir comunidades esporádicas en que los participantes intercambien y exploren maneras de leer y de escribir que cuestionen tradiciones imperantes»[8], tan sólo debemos cambiar nuestros anteojos constantemente para mirar el mundo de manera diferente todo el tiempo.

[1] Ficha de diccionario de Catálogo biobibliográfico de escritores de México de la Coordinación Nacional de Literatura del INBA; Última actualización: 07 de enero de 2016; Enciclopedia de la Literatura Mexicana; http://www.elem.mx/autor/datos/929.
[2] Rivera Garza, Cristina, «VII. Prácticas de comunalidad contra la violencia» en Los muertos indóciles: Necroescrituras y desapropiación, Tusquets Editores, México, 2013, pp. 231-262
[3] Ibid. p.233
[4] Ibid. p.239
[5] Ibid. p.241
[6] Ibid. p.243
[7] Ibid. p.244
[8] Ibid. p.23

Anuncio publicitario

2 comentarios en “Cristina Rivera Garza: mirando la literatura con otros anteojos

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s