Carmen Martín Gaite: La «retahíla» en Retahílas (1974)

Entrada escrita por Aida Martín (@aida053)
y corregida por Celia M. Duro (blog).

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La obra Retahílas destacó en el panorama narrativo español de 1974. Mínima peripecia externa y espacio temporal reducido a pocas horas (las de una noche), pero con frecuentes salidas al pasado, entrecruzándose lo que fue con lo actual (gentes, cosas, paisajes, historias…): así son las retahílas interminables de Eulalia y Germán, los dos personajes que hablan y cuentan, a quienes relaciona una extraña intimidad. En Retahílas, el viaje que realiza una anciana al pazo familiar para morir, acompañada de su nieta Eulalia, y la llegada sorpresa de Germán, el sobrino de Eulalia, producirá durante esa noche un intenso diálogo entre los dos que dará lugar a seis monólogos, en los que cada uno reconstruirá y contará qué ha sido de su vida hasta entonces.

Sobre la voz «retahíla», señalamos en primer lugar las definiciones que la propia Carmen Martín Gaite cita en el inicio de la obra:

De la voz «retahíla»dice el diccionario de la Real Academia Española:
RETAHÍLA: «Serie de muchas cosas que están, se suceden o se mencionan por su orden».

Y el Diccionario crítico-etimológico de J. Corominas:
RETAHÍLA: «Derivado de hilo: el primer componente es dudoso, quizá se trate de un cultismo sacado del plural recta fila=hileras rectas.»

Yo debo añadir a tan acreditados testimonios el sentido figurado de «perorata», «monserga» o «rollo»-como ahora se suele decir- con que he oído emplear esta palabra desde niña en Salamanca. — Carmen Martín Gaite

A estas definiciones del término «retahíla», hay que añadir una aclaración del mismo con la que queda resumido el sentido que en la obra tiene dicho término: retahílas de pensamientos que, al verbalizarse, parecen fluir como la vida gracias a la aparición de un atento interlocutor tan necesario como inesperado.

Las referencias a la palabra «retahílas» en la obra son abundantes y significativas. Cabe citar los ejemplos siguientes:

  1. En boca de Eulalia y haciendo referencia a Harry:

hay que darse cuenta, empiezas y ¡hala!, tiradas enteritas, retahílas de palabras, mira si no esta noche, sin tener que ir más lejos a buscar el ejemplo, fíjate el esfuerzo que supondría esto mismo que ahora te voy diciendo…
(Retahílas. Ed. Círculo de Lectores, 1994, p.80).

  1. En boca de Germán y en relación a la supuesta carta que le iba a escribir a Harry:

Muchas de las cosas que le hubiera escrito son las que estoy diciendo a ti hoy porque me das pie, porque retahílas piden retahílas y sobre todo porque te puedo ver la cara, los ojos, te tengo tan cerca como a Harry aquella tarde en su casa…
(Retahílas. Ed. Círculo de Lectores, p. 105).

Kathleen M. Glenn (Novelistas femeninas de la postguerra española, 1983) dice:

La metáfora clave de la novela es la del hilo, el hilo de una conversación, de las relaciones entre los individuos, de la propia identidad, de la vida. Sin un hilo que dé continuidad y que relacione lo que de otro modo serían acontecimientos aislados y una personalidad fragmentada, nada tiene sentido. “Tenemos perdido el hilo” es el estribillo de Pablo, uno de los amigos de Germán. Germán describe su conversación con Pablo como un “estar agarrando entre los dos un hilo, cada uno por el cabo que el otro le largaba… “(Retahílas. Ed. Círculo de Lectores, p. 89-90). A lo largo de la novela, el uso reiterado de palabras como tejer, enhebrar, atadura, vínculo, tela y tejido, indican cuán importante es para la autora este concepto del hilo.

Atendiendo al núcleo de la obra, el hilo, y a su resultado en el discurso, la retahíla; podemos plantear la estructura de esta novela de la forma siguiente:

La novela se compone, en primer lugar, de una estructura externa formada por once capítulos encabezados con la letra inicial del que habla y un número (Ej.: E = Eulalia; G = Germán; E 1, E 2, G 1, etc.), una introducción y un epílogo. Los once capítulos son, excepto el último que es muy breve, las retahílas del título, partes de un mismo chorro verbal y de un mismo propósito confesional. La introducción, llamada «preludio», insinúa los motivos que después irán apareciendo: la casona, la fuente, la anciana moribunda… El epílogo es más bien una escena intensa y extraña que expone el desenlace del incidente inicial y explica la relación entre los personajes (Juana-Eulalia; Eulalia-Germán) y entre las mujeres y el Germán ausente, el padre.

La estructura va del pasado y las historias, lentamente presentadas, al puro presente, donde se aclaran algunos enigmas y las retahílas producen una intimidad que habla por sí misma. Las retahílas de Eulalia tratan: la primera, del tiempo en sí, del pasado y de la muerte; la segunda, de la soledad y de la abuela moribunda; la tercera, de Juana; la cuarta, de Lucía;y la quinta, del marido y el padre de Eulalia. Las de Germán, más breves que las de Eulalia, aportan los hilos que faltan para completar el diseño general de la obra: la primera es la visión de Germán padre y de su matrimonio con Colette, la institutriz; la segunda se refiere a la amistad con Pablo y a la decisión de viajar a la casona de la anciana; la tercera trata sobre Germán padre y Harry; la cuarta, sobre el desamparo del niño huérfano y su necesidad de Eulalia; y la quinta, sobre el amor y el recuerdo.

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Imagen: librería Da Vinci

Una segunda estructura interna se basa en el uso de los soliloquios. El soliloquio o monólogo aparece ya en obras como Cinco horas con Mario, de Miguel Delibes, donde la protagonista habla durante una noche con su marido muerto. Al igual que en Cinco horas con Mario, en Retahílas los personajes se cuentan historias de la infancia, experiencias anteriores y enigmas que en su momento quedaron sin resolver. Esta «vuelta al pasado» supone un ir y venir de la historia presente. Es lo que se conoce con el nombre de flashback. A diferencia de la protagonista de la obra de Delibes, Carmen, Eulalia sí obtiene respuesta a todos los enigmas que se le plantean.

La realidad de lo narrado es alterada por el discurso. Cada retahíla (de 11 a 32 páginas), es una tirada de palabras. Las palabras (hilos) dicen lo que pueden. Las confesiones de los personajes son reveladoras de todo lo que está sucediendo, pero a veces, ¿no lo son más los silencios? Esos silencios apuntan a la verdad, a lo que cada quien niega, acepta como signo de lo indecible. Los hilos, las palabras, son tan decisivos que, al final de la noche, cuando la luz lo cambia todo, parece como si las vidas convergentes de Eulalia y Germán hubieran tendido desde el principio a ese encuentro, a esa conclusión que es un abrazo y una consumación.

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